Palabra, imagen, naturaleza y niñez

Created October 04, 2023 by Ale Díaz Bouza

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“¿Puedo pasar?” Se asoma la carita curiosa de una niña de unos seis años por el umbral de la Biblioteca Interactiva Latinoamericana Infantil y Juvenil (BILIJ). Esta acogedora casita, acurrucada en una esquina del predio del edificio patrimonial Ex Asilo de las Hermanitas de los Pobres, la alberga magnolios en flor, quillayes y naranjos. 

“¡Adelante!” contesta Estéfani, una de las cuatro mediadoras de la biblioteca, “Te estamos esperando.”

A esta visita y las demás que van llegando a lo largo de la mañana, las reciben mucho más que libros de una variada colección latinoamericana. En el mural que enmarca una de las exposiciones, una pandilla de aves de Chile y el continente —la loica, el chucao, la bandurria, el quetzal y otros amigos de plumajes varios— que, juntos a Constanza Mekis, la Presidenta de Fundación Palabra, conspiran para transformar el concepto de “biblioteca” en un espacio que encarna el espíritu del “Cuenta Mundo” de Gabriela Mistral: un lugar de encuentro para mostrarles a los niños el sentido de lo que les rodea, para leer el mundo.

Aquí, los libros salen al encuentro del niño. Los toman de la mano, invitándolos a husmear, (h)ojear, curiosear, acercarse a la literatura sin encerrarse en un silencio artificial. Las puertas al jardín están abiertas en este soleado sábado invernal. 

Al arroyo de risas y voces infantiles que entran y salen —“¿Tienes libros sobre leones?” “¡Yo quiero darle a la manivela de la caja de música!” “¿Cuándo hacemos las sopaipillas?”— le acompaña el perfumado azahar del patio, mezclándose con el petricor que exhalan los libros al abrirlos; el aleteo imaginario de las aves del mural; el trinar de chincoles y zorzales en las ramas de los árboles. 

Pues lo de dentro está afuera y lo de afuera también está adentro. En un instante un niño puede pasar de corretear entre plantas de lavanda y luego asomarse a la mirilla de una casita de pájaro en el interior de la bilbioteca que le transporta del barrio Matta Sur de Santiago a Las Alturas de Machu Picchu o los ruinas de Chichen Itza.   

Celeste, aquella primera visita del día, se levanta de una tumbona metida en lo que parece una celdilla de panal de abejas. Apoya el libro cuidadosamente en el mostrador donde Estefani atiende a uno de los nuevos socios. 

Celeste le coge de la mano y le susurra al oído, “Creo que sé cuál es mi pájaro favorito.”

“¿Cuál es?” pregunta Estéfani

“El quetzal.”

“¿Por qué?”

“Porque es el único que se deja ver el corazón.”

Y después de iluminar con esa afirmación nuestra visita, sale al jardín corriendo.

“Efectivamente,” me cuenta Constanza, “la ilustradora que pintó el quetzal, lo hizo resaltando un corazón rojo intenso. Nosotras, que estamos trabajando en la biblioteca todos los días, no habíamos advertido ese detalle que, sin embargo, capta exactamente la esencia de nuestra labor.”

La biblioteca se inauguró hace menos de dos años, con la ilusión, explica Constanza, de llegar a 200 socios en sus primeros doce meses. El proyecto ha cogido vuelo, con más de 1.200 a la fecha.

Si vienes a Santiago de Chile, te invito a este espacio de encuentro entre la palabra, naturaleza, cultura latinoamericana, patrimonio, y niñez. Se puede visitar de martes a sábado de 11:00 a 18:00 horas. Te sugiero los sábados en las mañanas, que puede que coincida con una actividad como un taller de sopaipillas. Seguro que te irás con un recuerdo que, como dijo Gabriela Mistral, tiene la magia de hacer que te sientas feliz de nuevo.